Asunto: La Argentina Insolente
Amigos, esto lo escribió un médico que a participado en varios congresos y fué invitado a disertar por todo el mundo, por lo que el Mensaje final es: "ESTARÍA BUENO EMPEZAR POR LAS PEQUEÑAS COSAS"........... será que somos chapados a la antigua?? o que hay que aceptar al mundo moderno???
Honestamente me quedo con la Antigua !!!
Espero que les guste :razz:

La Argentina Insolente

En mi casa me enseñaron bien.
Cuando yo era un niño, en mi casa me enseñaron a honrar dos reglas sagradas:

Regla N° 1: En esta casa las reglas no se discuten.
Regla N° 2: En esta casa se debe respetar a papá y mamá.

Y esta regla se cumplía en ese estricto orden. Una exigencia de mamá, que nadie discutía... Ni siquiera papá. Astuta la vieja, porque así nos mantenía a raya con la simple amenaza: “Ya van a ver cuando llegue papá”. Porque las mamás estaban en su casa. Porque todos los papás salían a trabajar... Porque había trabajo para todos los papás, y todos los papás volvían a su casa.

No había que pagar rescate o ir a retirarlos a la morgue. El respeto por la autoridad de papá (desde luego, otorgada y sostenida graciosamente por mi mamá) era razón suficiente para cumplir las reglas.

Usted probablemente dirá que ya desde chiquito yo era un sometido, un cobarde conformista o, si prefiere, un pequeño fascista, pero acépteme esto: era muy aliviado saber que uno tenía reglas que respetar. Las reglas me contenían, me ordenaban y me protegían. Me contenían al darme un horizonte para que mi mirada no se perdiera en la nada, me protegían porque podía apoyarme en ellas dado que eran sólidas... Y me ordenaban porque es bueno saber a qué atenerse. De lo contrario, uno tiene la sensación de abismo, abandono y ausencia.

Las reglas a cumplir eran fáciles, claras, memorables y tan reales y consistentes como eran “lavarse las manos antes de sentarse a la mesa” o “escuchar cuando los mayores hablan”.

Había otro detalle, las mismas personas que me imponían las reglas eran las mismas que las cumplían a rajatabla y se encargaban de que todos los de la casa las cumplieran. No había diferencias. Éramos todos iguales ante la Sagrada Ley Casera.

Sin embargo, y no lo dude, muchas veces desafié “las reglas” mediante el sano y excitante proceso de la “travesura” que me permitía acercarme al borde del universo familiar y conocer exactamente los límites. Siempre era descubierto, denunciado y castigado apropiadamente..

La travesura y el castigo pertenecían a un mismo sabio proceso que me permitía mantener intacta mi salud mental. No había culpables sin castigo y no había castigo sin culpables. No me diga, uno así vive en un mundo predecible.

El castigo era una salida terapéutica y elegante para todos, pues alejaba el rencor y trasquilaba a los privilegios. Por lo tanto las travesuras no eran acumulativas. Tampoco existía el dos por uno. A tal travesura tal castigo.
Nunca me amenazaron con algo que no estuvieran dispuestos y preparados a cumplir.

Así fue en mi casa. Y así se suponía que era más allá de la esquina de mi casa. Pero no. Me enseñaron bien, pero estaba todo mal. Lenta y dolorosamente comprobé que más allá de la esquina de mi casa había “travesuras” sin “castigo”, y una enorme cantidad de “reglas” que no se cumplían, porque el que las cumple es simplemente un estúpido (o un b....o, si me lo permite decir).

El mundo al cual me arrojaron sin anestesia estaba patas para arriba.
Conocí algo que, desde mi ingenuidad adulta (sí, aún sigo siendo un ingenuo), nunca pude digerir, pero siempre me lo tengo que comer: "la impunidad". ¿Quiere saber una cosa? En mi casa no había impunidad.

En mi casa había justicia, justicia simple, clara, e inmediata. Pero también había piedad.




Le explicaré: Justicia, porque “el que las hace las paga”. Piedad, porque uno cumplía la condena estipulada y era dispensado, y su dignidad quedaba intacta y en pie. Al rincón, por tanto tiempo, y listo... Y ni un minuto más, y ni un minuto menos. Por otra parte, uno tenía la convicción de que sería atrapado tarde o temprano, así que había que pensar muy bien antes de sacar los pies del plato.

Las reglas eran claras. Los castigos eran claros. Así fue en mi casa.
Y así creí que sería en la vida.. Pero me equivoqué. Hoy debo reconocer que en mi casa de la infancia había algo que hacía la diferencia, y hacía que todo funcionara. En mi casa había una “Tercera Regla” no escrita y, como
todas las reglas no escritas, tenía la fuerza de un precepto sagrado.

Esta fue la regla de oro que presidía el comportamiento de mi casa:

Regla N° 3: No sea insolente. Si rompió la regla, acéptelo, hágase responsable, y haga lo que necesita ser hecho para poner las cosas en su lugar.

Ésta es la regla que fue demolida en la sociedad en la que vivo.

Eso es lo que nos arruinó. LA INSOLENCIA.

Usted puede romper una regla -es su riesgo- pero si alguien le llama la atención o es atrapado, no sea arrogante e insolente, tenga el coraje de aceptarlo y hacerse responsable. Pisar el césped, cruzar por la mitad de la cuadra, pasar semáforos en rojo, tirar papeles al piso, tratar de pisar a los peatones, todas son travesuras que se pueden enmendar... a no ser que uno viva en una sociedad plagada de insolentes.

La insolencia de romper la regla, sentirse un vivo, e insultar, ultrajar y denigrar al que responsablemente intenta advertirle o hacerla respetar. Así no hay remedio.

El mal de los Argentinos es la insolencia. La insolencia está compuesta de petulancia, descaro y desvergüenza.

La insolencia hace un culto de cuatro principios:




- Pretender saberlo todo
- Tener razón hasta morir
- No escuchar
- Tú me importas, sólo si me sirves.




La insolencia en mi país admite que la gente se muera de hambre y que los niños no tengan salud ni educación.

La insolencia en mi país logra que los que no pueden trabajar cobren un subsidio proveniente de los impuestos que pagan los que sí pueden trabajar (muy justo), pero los que no pueden trabajar, al mismo tiempo cierran los caminos y no dejan trabajar a los que
sí pueden trabajar para aportar con sus impuestos a aquéllos que, insolentemente, les impiden trabajar. Léalo otra vez, porque parece mentira.


Así nos vamos a quedar sin trabajo todos.
Porque a la insolencia no le importa, es pequeña, ignorante y arrogante.




Bueno, y así están las cosas. Ah, me olvidaba, ¿Las reglas sagradas de mi casa serían las mismas que en la suya? Qué interesante. ¿Usted sabe que demasiada gente me ha dicho que ésas eran también las reglas en sus casas?
Tanta gente me lo confirmó que llegué a la conclusión que somos una inmensa mayoría. Y entonces me pregunto, si somos tantos, ¿por qué nos acostumbramos tan fácilmente a los atropellos de los insolentes?

Yo se lo voy a contestar.

PORQUE ES MÁS CÓMODO, y uno se acostumbra a cualquier cosa, para no tener que hacerse responsable. Porque hacerse responsable es tomar un compromiso y comprometerse es aceptar el riesgo de ser rechazado, o criticado. Además, aunque somos una inmensa mayoría, no sirve para nada, ellos son pocos pero muy bien organizados. Sin embargo, yo quiero saber cuántos somos los que estamos dispuestos a respetar estas reglas.

Le propongo que hagamos algo para identificarnos entre nosotros.

No tire papeles en la calle. Si ve un papel tirado, levántelo y tírelo en un tacho de basura. Si no hay un tacho de basura, llévelo con usted hasta que lo encuentre. Si ve a alguien tirando un papel en la calle, simplemente levántelo usted y cumpla con la regla 1. No va a pasar mucho tiempo en que seamos varios para levantar un mismo papel.

Si es peatón, cruce por donde corresponde y respete los semáforos, aunque no pase ningún vehículo, quédese parado y respete la regla.

Si es un automovilista, respete los semáforos y respete los derechos del peatón. Si saca a pasear a su perro, levante los desperdicios.

Todo esto parece muy tonto, pero no lo crea, es el único modo de comenzar a desprendernos de nuestra proverbial INSOLENCIA.

Yo creo que la insolencia colectiva tiene un solo antídoto, la responsabilidad individual. Creo que la grandeza de una nación comienza por aprender a mantenerla limpia y ordenada.
Si todos somos capaces de hacer esto, seremos capaces de hacer cualquier cosa.

Porque hay que aprender a hacerlo todos los días. Ése es el desafío.
Los insolentes tienen éxito porque son insolentes todos los días, todo el tiempo. Nuestro país está condenado: O aprende a cargar con la disciplina o cargará siempre con el arrepentimiento.




¿A USTED QUÉ LE PARECE?




¿PODREMOS RECONOCERNOS EN LA CALLE ?

Espero no haber sido insolente.




En ese caso, disculpe.

Dr. Mario Rosen

Asunto: Re: La Argentina Insolente
Muy pero muy cierto Negro, creo que no vamos a tener problemas en tomarnos unas birras... ja ja
abrazo
Fredd

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Asunto: Re: La Argentina Insolente
Hola Negro, hacia rato que un post no me detenia tanto en leerlo y menos que me reflejara el animo.. es asi..
Fuerte Abrazo.. donde habra sido que empezamos a transitar el fin de los valores..!!

Saludos

Asunto: Re: La Argentina Insolente
Las reglas de la casa del Negro, iguales que las mías, tenían un precepto EDUCACION que no tiene nada que ver con escolaridad.
En casa, mamá, papá, tío/as, nos educaban. EN la escuela aprendíamos.
Y mi abuelo no terminó 2º grado. Mi mamá logró la primaria y mi viejo a gatas el secundario.
Pero NOS educaban.
Hoy, no se educa más. Para eso está la escuela ¿?. Algunos podrán decir que ahora la madre necesita trabajar, es cierto, pero nada justifica la pérdida de valores.
Las normas y leyes nos restringen la libertad indiviadual (las reglas de la casa), para permitir la libertad del grupo.
Sabiamente, la carta fundacional de las naciones unidas dice.
El derecho de las mayorías a decidir.
de las minorías a ser escuchadas,
y los ausentes a ser protegidos.
HOY las minorías, se hacen escuchar por vía del piquete porque no pueden, o quieren, esperar el tiempo de la república.

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Asunto: Re: La Argentina Insolente
yo creo que este post va a dar para mucho, pero rescatando y resumiendo, pienso que el valor fundamental en la vida es tener valores y tener el valor de afrontar los errores para que no se traspasen a otra orbita, por ejemplo es muy comun ver que se endilga a una autoridad una falta de control sobre los jovenes, en la calle, con el consumo de alcohol, etc, ahpora digo yo si parece casi costumbre el tema de una "previa" donde van y arrasan con cualquier bebida en un super, luego lo mezclan y salen recontra chupados a la calle para dirigirse a un boliche y seguir tomando, yo digo (porque los valores de compra no son de chicos de la calle), no son de nuestros hijos que por medios propios o de los que le damos compran la bebida y toman en la casa nuestra o de conocidos... no podemos asumir que somos responsables de ponerle los limites y no decir que la autoridad no controla la venta de alcohol? (no es tirar la pelota?) ojo menciono esto como un ejemplo y gracias a Dios no me todo por ahora alguna circunstancia ya que mi hijo mayor esta con el deporte al igual que sus amigos (pero no digo "esta agua no es de beber)..., cuando una camara filma en los boliches o lo que pasa en la calle que las chicas salen medio vestidas y recontra mamadas..socialmente lo tomamos a risa?, yo creo definitvamente que perdemos en forma abrupta valores...cuando hay un piquete por un reclamo social...nunca pensamos que nuestro derecho a trasitar tambien esta impedido???..solo puteamos y doblamos o nos agarramos con el policia que esta desviando el corte y le decimos agarrenlos a palos y mandelos a laburar...nos ocupan los espacios porque no tienen donde vivir pero despues pedimos que los saquen pero si pasa lo que hoy ya estan los medios con la represion y la dictadura etc....son las 03:00, mañana ya esan organizando cortes en repudio del desalojo y seguimos seguimos seguimos, bueno gracias por la catarsis..un abrazo adrian

Asunto: Re: La Argentina Insolente
"Mis derechos empiezan con terminan los derechos del otro" Que frase tan linda, pero que poco que se aplica............... En el año 1992 tuve la oportunidad de irme de vacaciones al vecino país limítrofe de Chile, precisamente en Reñaca había alquilado una cabaña, y cuando nos fuimos a dar una vuelta por Viña del Mar que por supuesto que todo ahí es impecable (Orden, Limpieza, Respeto) y transitando por una avenida ví que había un solo peaton que necesitaba cruzar, y adivinen que!!!!!! Todos los autos se detuvieron para darle acceso :shock: Entonces lo primero que se me cruzó en la mente fué " A la mier... esto es en Sudamérica???? Que hermoso Ejemplo y de Imitar.
Nunca dejo de pensar porqué los Argentinos hemos perdido tantos valores, cual fué la causa???? mas allá de ser muchas veces Insolentes, también somos Egoístas porque lo primero que pensamos " Y bueh yo cuido mi ranchito y el otro que se cague, que culpa tengo que el otro sea un fracasado"
En Bs As viajando por tren vi muchos boludones que cuando tomaban asiento se hacían los dormidos para no cedérselo a alguna mujer embarazada, con hijos o anciana, si eres del interior y cuando llegás a Capital estás mas desubicado que caballo arriba del techo, y cuando querés tomar un subte mas te vale que estudies bien donde colocar la tarjeta para que te habra el molinillo o te pasan por encima, jajaja ............. ejemplos tenemos para hacer dulce, pero siempre llego a una misma conclusión, "POR LAS PEQUEÑAS COSAS APRENDEMOS A CRECER"
En la Argentina todos nos miramos siempre como si fuéramos enemigos, por ahí empieza todo lo demás y no me digan que no es así :-.
Un Abrazo.- :beer:

Asunto: Re: La Argentina Insolente
Muy bueno el escrito, Negro! Las reglas en mi casa eran las mismas y no me crié con ningún complejo contra el "autoritarismo"... [-X

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